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miércoles, 20 de agosto de 2014

DIARIO DE UN HACEDOR DE ALAS

EL CAMPO DE BATALLA

Conozco personas que se tienen por espirituales, y lo parecen, mientras la calma y la tranquilidad se lo permiten; pero cuando asoma un desaire de alguien, sea familiar, amigo, compañero, conocido o desconocido, entonces la supuesta espiritualidad desaparece y el ego se muestra en toda su crudeza... Y ésto parece más común de lo que gustaría que fuese. Resulta claro que la afición por leer temas de auto-conocimiento y espirituales puede ser sólo éso, una afición, o por el contrario la puerta de entrada para el trabajo interior. Y digo bien, trabajo, porque cuesta mucho esfuerzo y tiempo revertir la esfera de consciencia, anteponer la voluntad del Ser a los deseos de la Matrix y acrecentar el Amor y la Consciencia viviendo en un mundo de ilusiones, de Maya, aprisionados por los condicionantes de una sociedad envuelta en falsos y engañosos paradigmas. Ese trabajo interior tiene su campo de batalla en las interacciones con nuestros semejantes. Es con ellos y nuestras relaciones donde vemos reflejado lo que cargamos en nuestro interior: las manipulaciones de nuestro programa ego, nuestras reacciones a los estímulos externos y sus palabras, nuestras tendencias adquiridas, los implantes de falsas ilusiones, nuestros pensamientos ajenos, nuestro balancear del péndulo a los extremos, de la tristeza a la alegría, de la rabia a la calma, del insulto al halago, de la amabilidad a la imposición... Cuando nos comunicamos con alguien, hay un intercambio de energías, que pueden ser constructivas y positivas o destructivas o negativas. Constantemente estamos emitiendo y recibiendo, se van abriendo puertas y cerrando otras, se van manifestando emociones y pensamientos que interactúan sirviendo de impulso y crecimiento o de limitación y detrimento. Algunos creen que nuestro trabajo consiste sólo desvelar intrigas y conspiraciones ocultas, ayudar a abrir los ojos de los demás para que vean, y no le dan la atención requerida al mejoramiento interno. No debemos subestimar nuestras relaciones diarias como algo sin importancia y al margen de nuestro camino interior como propulsor del cambio que queremos, sino verlo como lo que es, el espejo donde nos vemos reflejados en los demás, y los demás se ven en nosotros... ¿Cuántas veces nos escandalizamos de los atropellos a los derechos naturales que vemos en las noticias y sin embargo cada día, aunque sea de palabras, nosotros estamos atropellando a los que nos rodean?... En el campo de batalla de la convivencia y las relaciones es donde nos medimos, nos entrenamos, nos caemos y nos levantamos. Es donde nos podemos observar a nosotros mismos, es donde vemos en qué estamos fallando y por consiguiente lo que nos falta, es donde vemos cómo reaccionamos ante el trato correcto o incorrecto de los demás, es donde vemos nuestras emociones manifestarse con sus efectos, es donde comprobamos el grado de respeto y consideración de que somos capaces, es el termómetro que nos marca nuestro grado de Templanza y de Amor, es la fragua donde se forjan el Guerrero y el Héroe. Si somos capaces de utilizar ese campo de entrenamiento que son las relaciones y la convivencia en beneficio del trabajo interior, del crecimiento de la consciencia y la templanza del espíritu, cada día será un nuevo desafío para acercarnos al SER, para accionar y manifestarlo; y los demás resultarán impregnados de su Magia, contribuyendo a reconfigurar una nueva red energética donde el respeto y la consideración al prójimo sean los cimientos de un mundo mejor. Ángel hidalgo.

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