Dicen que los filósofos somos cazadores de pensamientos. Yo diría, aprovechadores. Utilizamos el esfuerzo y energía mental ajena para atrapar con nuestra red cerebral todo lo desparramado en el éter. Así pues, me dispongo a desarrollar una de esas teorías como las que puede haber tropecientas, obligado por una inspiración y urgencia extraordinarias. En mi caso, además, sin basarme en nadie ni nada. Solo en vosotros, en el legado dejado en el aire. Por lo tanto sería educado pedir permiso por adelantado para mandar a freír espárragos a los que viven de los derechos de autor. Hasta el momento me siento libre al aceptar vuestra base de datos como mía y la mía como vuestra. Trabajamos en equipo sin darnos cuenta a pesar de que existen esfuerzos oscuros por alejarnos los unos de los otros para destinarnos al ostracismo. Es interesante ese amor-odio que hay entre nosotros, los humanos. Yo desde hace algún tiempo os amo. Pero ahora no es momento de chuparos el trasero, ha llegado la hora de mi debut como filósofo. Mi primera teoría seria.