Estamos condicionados desde que nacemos por la educación que recibimos de nuestros padres, de nuestros maestros. Nos han entrenado para que veamos el mundo y a nosotros mismos de una manera mecánica, al igual que nosotros ellos también fueron entrenados para encajar dentro del consenso de lo que es la realidad. El haber adoptado esta visión, a hecho de nosotros, entre otras cosas, seres aburridos y fácilmente predecibles; carecemos del sentido de lo misterioso, del misterio de todo lo que existe y Es.
Castaneda y Don Juan nos proponen vivir como guerreros, que nuestro “ ANDAR ” sea el del guerrero. Que nos desagamos de nuestra “ DE NUESTRA DESCRIPCION DEL MUNDO ”. Nos invitan a través de su enseñanza, a que percibamos otros mundos, una “ REALIDAD APARTE”, más rica, que nos ensanche. En el sistema de Don Juan – Castaneda, logramos esta otra percepción cuando logramos cambiar la posición del punto de encaje, cuya posición habitual nos condiciona a percibir como acostumbramos.
Todo sistema que invita e incita a conocerse a sí mismo, a que cambiemos, que evolucionemos interiormente, a que vivamos sin contradicciones, nos aconseja y nos enseña que para vivir en armonía, seamos vivamos mas afectivamente, que abandonemos el racionalismo no la razón. El problema del hombre de esta época es la carencia de una vida afectiva auténtica, por eso la soledad que tanto nos atormenta. La falta de afecto a dejado a los hombres viviendo como seres en la oscuridad, la propia, que no permite percatarse mas que de la propia presencia. Por otro lado Don Juan y Castaneda, ya avanzado en el camino iniciático, son de una elevada racionalidad, que nace de la reflexión existencial positiva, y no de un intelecto de biblioteca fruto de la información.
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