Las emociones se van sintiendo y viviendo a lo largo de la vida, desde que somos niños experimentamos emociones y vivencias que van causado un alto impacto en nuestro sistema emocional, para bien (alegría) o para mal (tristeza). Desde la antigüedad, principalmente en la medicina china, se identifica a una emoción en particular con una zona del cuerpo. Por ejemplo: la emoción de bronca, rencor o ira, se relaciona con el hígado. Por lo tanto pareciera ser que las emociones se albergan en algunas zonas de nuestro cuerpo produciendo allí algún malestar o molestia que a veces no podemos controlar.
El tema es que nuestro cuerpo, percibe e incorpora cada situación vivida, todas las vivencias tienen cargas emocionales, buenas o malas, y se archivan en nuestra memoria celular. Nuestro sistema responde a cada estímulo que le damos, y de esa manera va formando un campo enorme de información que nos construyen como seres humanos. Si la construcción y edificación ha sufrido grandes tormentas, seguramente estará más débil con el paso de los años…
La clave está en reconocernos, en auto conocernos para poder identificar que nos daña, que nos duele, saber que nos enoja, que nos pone tristes o alegres… la llave es “no ignorarnos“, ni tampoco ignorar nuestro cuerpo, que suficiente tiene con los ataques externos que a veces sufre, el consejo es amarlo, respetarlo, porque es nuestro templo sagrado.
Establecer una buena comunicación contigo mismo/a es lo que te permitirá cambiar, sentirte bien y equilibrada en todos los ámbitos de la vida.
By María José Bayard
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