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lunes, 8 de septiembre de 2014

DIARIO DE UN HACEDOR DE ALAS

LA FALSA IMAGEN DEL YO
Mucho se ha hablado del engaño de la realidad que nos rodea, pero poco se dice del auto-engaño, de la falsa imagen que tenemos de nosotros mismos. Y mientras nos dedicamos a desenmascarar la mentira que nos cuentan en los medios, la falsa imagen nuestra continúa intacta viviendo en su cotidiana ilusión. Si queremos liberarnos de la prisión que nos rodea, tal vez debamos empezar por romper los barrotes que hemos levantado en nuestro interior, con la inducción de una programación establecida desde que nacimos y la colaboración de una sociedad manipulada, movida por los hilos de la separatividad, del divide y vencerás. Si hiciéramos una encuesta preguntando si estamos satisfechos con nuestro físico, una inmensa mayoría diría que no, que le gustaría ser más alto, o más delgado, o con otro pelo, color de ojos, la nariz más pequeña, la cara más fina... y cosas así. Ahora bien, si preguntáramos si están satisfechos con su forma de ser y de pensar, casi todos dirían que sí, que se tienen por buenas personas, sinceras, amables, simpáticas, generosas, consecuentes, cumplidoras, etc, etc. Obviamente nuestro cuerpo físico está a la vista de todos, por lo que no se puede engañar, aunque existan unos estereotipos que influyan. Pero la forma de pensar y de ser no está a la vista de todos, se necesita más tiempo para conocerla, y la imagen que damos se puede fingir o disimular según las circunstancias. Pero es aseguro que si se pudiera ver... otro gallo cantaría. ¿Qué imagen tenemos de nosotros mismos?... esta pregunta se la debería responder cada uno. Pero mientras esa imagen esté sostenida con la aureola de un santo, con el velo de un trascendido, con el sueño del que se cree despierto, con la resplandeciente bruma del que se cree consciente, con la engañosa penumbra del que se cree en la luz... entonces nos habremos instalado en la falsa imagen del yo, habremos aceptado el sucedáneo que hábilmente nos ofreció el ego para su supervivencia. Hay quienes hacen prácticas de meditación regularmente, quienes van a cursos y se apuntan a clases de auto-conocimiento y superación, o quienes han tenido algunas experiencias de lucidez; y todo eso les produce la sensación de que ya están despiertos y que no son como el común de los mortales, con una imagen propia de estar por encima de este mundo... Pero siguen aquí, sufriendo como cualquier hijo de vecino y con similares problemas que los demás. El problema de la falsa imagen del yo es que nos ofrece una engañosa trascendencia, una ilusión de auto-realización, una falsa sensación de libertad, cuando en realidad son los mismos barrotes de la prisión que los hemos pintado de blanco para hacernos creer que ya no existen. Entonces el avance interno se detiene, nos inmoviliza y dejamos de crecer, presos de una creencia, del abandono a una imagen mental y teórica, ésa que nos dice que ya estamos de vuelta de todo. Nos habremos instalado en la ilusión de un ego refinado, que prefirió mutar antes que dejar de reinar. Mientras tanto el ego sigue haciendo de las suyas, camuflado entre cuatro costumbres cambiadas, pero inmerso en el mundo de los deseos, en la ilusión de la realidad. Nadie verdaderamente consciente dice que lo es. Nadie que haya alcanzado un alto grado de libertad interior va anunciándolo a bombo y platillo. No aceptemos la falsa imagen del yo, no caigamos en su tentación elaborada con ilusiones de conocimiento y pretensiones de libertad. Todos somos aprendices ante la inmensidad de la existencia y ante la abrumadora simplicidad del SER. Ángel .º.

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